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Una estructura de más de 26 kilómetros que protege la ciudad de Cali de posibles inundaciones del río Cauca se divide entre intereses públicos y privados.

Desde 1998 y por múltiples causas, que ninguna administración ha podido contener, entre ellas el conflicto.

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Siete mil familias decidieron asentarse paulatinamente en una zona conocida como El Jarillón, a orillas del río Cauca, en Cali.

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A pesar del deterioro del lugar y el riesgo que esto supone para la vida de más de 900 mil habitantes nuevas personas siguen llegando.

Durante la administración de Rodrigo Guerrero se  inició el censo y los desalojos de las viviendas en las que se han construido fábricas de bolsas, recicladoras y marraneras.

Son el alojamiento de miles de desplazados y también de oportunistas que se han aprovechado de las necesidades de muchos despojados a quienes se les alquila lotes enlodados vendiéndoles el sueño de obtener una casa gratis.

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Existe ya un estudio geotécnico que expone más de siete puntos críticos del jarillón que, de fracturarse, permitiría el paso del río Cauca hacia el oriente de la capital vallecaucana.

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La situación del Jarillón hace palpable los intereses que se mueven en medio de la miseria y las poblaciones vulnerables.

El futuro de una estructura que además de ser una plataforma casi maternal se convirtió en el cúmulo de los problemas que afronta el país en medio del conflicto y la paz

Los desplazados  decidieron venir a exponerse ante el río para obtener casa propia.