Seis de los últimos 10 Alcaldes de Buenaventura han terminado en la cárcel
Puente Nayero es una calle del puerto de Buenaventura, llena de recovecos, con casas de palafito, tierras ganadas al mar a punta de basura y sacos de arena, una historia de violencia como la de todo el puerto y un presente lleno de esperanza.
En la región del Naya, en los departamentos del Cauca y Valle, tuvo lugar a finales de los años 90 y principios del siglo XXI, una ola de masacres y asesinatos selectivos que golpeó a sus habitantes, en especial a las comunidades de origen indígena.
Hoy, en la calle San Francisco o Puente Nayero, en el puerto de Buenaventura, viven varios descendientes de las víctimas de la masacre del Naya que decidieron crear un espacio humanitario, a pesar de tratarse de una de las zonas más violentas de la ciudad.
Su propósito es proteger a su comunidad del accionar de las bandas criminales a través del mecanismo de la resistencia pacífica.
El asesinato y descuartizamiento de una mujer muy querida por todos los vecinos, en una de sus casas, los llevó a decidir que tenían que sacar a los violentos. La forma que encontraron fue la declaratoria de un espacio humanitario.
En Buenaventura, la Fiscalía aumentó de 15 a 25 el número de fiscales y duplicó en número su grupo de investigadores.
Sus habitantes llevan ya casi un año y medio sin muertos y con la posibilidad de hacer vida de barrio hasta la medianoche o de ver a los niños bailando o jugando sin peligro, pero no sin las amenazas cotidianas de regiones como estas.
La Policía aumentó el pie de fuerza para Buenaventura en más de 400 mil hombres los homicidios y se ha reducido el número de homicidios en más de un 50% en el primer semestre 2015.
Casi el 90% de los habitantes del espacio humanitario provienen del río Naya.
“Un espacio humanitario es una zona de vida, nosotros no somos zona humanitaria porque tenemos y necesitamos la presencia de la fuerza pública para que no regresen las bandas criminales” Líder de Puente Nayero